
Dice Simon Sinek que las empresas son protagonistas de un juego infinito. Los deportistas, por ejemplo, tienen campeonatos finitos. Le apuntan a ganar la Copa Libertadores, o el oro en los Olímpicos. Es una competencia en la que uno gana y los otros pierden. abogados datos personales
El juego de las empresas es otro: no es una competencia suma cero. Los logros de unos no implican, necesariamente, fracasos de otros. De hecho lo contrario: cuando a una empresa le va bien, se amplifican las posibilidades en una sociedad. La competencia entonces es otra: sigue siendo competencia, pero también es colaboración. En la medida en que cada empresa es más competente, el crecimiento es conjunto.
¿Entonces no hay ganadores? Por supuesto que los hay. Pero no es sólo uno, son muchos, y siempre son ganadores parciales por ser un juego infinito. Las empresas no tienen que apuntarle al mismo trofeo. El mercado es muy amplio, y lo que se premia es el diferencial: la capacidad de ser único y auténtico en una industria específica.
Ese, creemos, debería ser el propósito de una empresa: crear un diferencial que le de una ventaja única, para así resolver un problema de la sociedad, y como consecuencia amplificar las posibilidades de otros.
Hay muchos principios de los cuales arroparse en palabras que se han vuelto vacías: innovación, alta calidad, tecnología, internacional, basado en el cliente, etc. Esos son principios mínimos y obvios de toda empresa. Esos no son diferenciales.
En PPA elegimos trabajar para garantizar a nuestros clientes soluciones legales prácticas y oportunas. Ahí está el juego al que le apuntamos día a día. Ese es el trofeo simbólico por el que queremos competir infinitamente. abogados datos personales
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