
Hace pocos años las habilidades de las personas se medían esencialmente por su inteligencia y conocimiento específico en un tema. Esa combinación era la clave para un futuro prometedor. Tal vez por eso era suficiente con estudiar el 100% del tiempo durante 20% de la vida (entre los 7-25 años). Lo que restaba era poner ese conocimiento específico en el mundo real para sobresalir.
El contexto cambió. Haber aprendido algo a fondo a los 25 años ya no es sostenible en el tiempo para responder a los retos que exige un mercado cambiante y dinámico. La inteligencia por sí sola no es el elixir de la prosperidad. Los cambios en el mercado también traen ajustes en las habilidades más importantes.
Una habilidad esencial en un mundo dinámico: aprender. Aprender rápido. Actualizar los conocimientos de la universidad. Entender los nuevos problemas y las nuevas preguntas. Hay que ser ágiles en aprender cosas nuevas. Es por eso que el sistema de aprender el 100% del tiempo durante 20% de la vida debe ser reemplazado por aprender 20% del tiempo durante el 100% de la vida. Aprender toda la vida.
Una habilidad igual de importante: desaprender. Para aprender hay que desaprender. Desprenderse de los sesgos y opiniones que uno carga. Sólo es posible actualizar el conocimiento si uno está dispuesto a cambiar “la forma en la que siempre se ha hecho esto”.
Esto parece que es para cada persona, pero como suele pasar, aplica de la misma manera para las empresas. Las empresas deben estar listas para aprender y desaprender de manera ágil. Sólo así es posible responder a los cambios, a los nuevos contextos y dar solución a los problemas.
Aprender y desaprender toda la vida para dar respuestas de manera ágil y efectiva a las necesidades de nuestros clientes. Así es como pensamos en PPA.
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